Una de las discusiones que el siglo pasado impidió a muchos países solucionar sus problemas concretos, fue el que muchos de sus políticos y líderes de opinión se quedaron en la discusión abstracta de los términos capitalismo y socialismo.
Hablan de que el problema de muchos países de América latina es un capitalismo salvaje, término que repetían en el siglo pasado quienes, influenciados más por ideologías que por la realidad, culpaban al capitalismo de todos los males, impidiendo identificar las verdaderas causas del atraso.
Un importante líder agrario señaló hace poco que la miseria del campo mexicano se debe al neoliberalismo, olvidando que fue una demagógica reforma agraria que repartió tres veces la superficie cultivable e impidió un verdadero estado de Derecho, la verdadera causa del atraso agrario.
La miseria del campo es por falta de inversión en ese sector. Mientras no haya un orden jurídico que garantice la propiedad y facilite el cumplimiento de los contratos, será difícil que lleguen fuertes inversiones y tecnología moderna al campo. Y sin inversiones y tecnología es imposible sacar al agro de la miseria.
La historia del sistema de propiedad privada de los medios de producción coincide con la historia del desarrollo de la humanidad desde su condición animal a las cimas alcanzadas por la civilización moderna.
Hay quienes culpan a la globalización del atraso del campo, como si en los regímenes proteccionistas hubiera florecido el sector agrario. Las épocas de mayor miseria del campo coinciden con políticas proteccionistas y de subsidios. Esas políticas han sido fuente de corrupción y de grandes capitales ilícitos de funcionarios y coyotes que a la sombra de mercados cerrados controlaron la distribución y la importación de productos del campo.
Si la historia puede demostrar algo sobre esta cuestión, podría tratarse tan sólo de la demostración de que nunca y en ningún lugar existieron pueblos que sin propiedad privad superaran el nivel de la más agobiante penuria y del estado salvaje apenas distinguible de existencia animal. La base de toda civilización es la propiedad privada de los medios de producción.
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